Caballos salvajes

Argentina, 1995 Dirección: Marcelo Piñeyro Guión: Aída Bortnik Intérpretes: Héctor Alterio, Leonardo Sbaraglia, Cecilia Dopazo. Década de 1990. Un veterano anarquista, que fue estafado por su banco, decide asaltar la institución y darse a la fuga. Por un hecho fortuito es ayudado por un joven empleado del lugar. Juntos comenzará una larga fuga por la Patagonia.

La Patagonia rebelde

Aregentina, 1974 Dirección: Héctor Olivera. Intérpretes: Héctor Alterio, Luis Brandoni, Federico Luppi. Historia. Argentina. Siglo XX. Levantamientos de trabajadores en la Patagonia. La trama comienza cuando ante la situación económica de las sociedadas obreras de Puerto San Julián y Río Gallegos, afiliadas a la llamada "FORA comunista", dominada por los anarcosindicalistas para distinguirla de la "FORA del 9º Congreso", dominada por los sindicalistas revolucionarios, impulsan una campaña de sindicalización de peones, esquiladores y otros asalariados, pero la respuesta de los estancieros fue extremadamente dura: despidos, violencia, amenazas, la simple elaboración de petitorios por parte de los peones podía dar lugar a represalias.

Que vivan los crotos

Argentina, 1995 Dirección: Ana Poliak Documental. Anaruqismo. Década de 1930. El anarquista José Américo Ghezzi, alias Beppo o “El Rubio”, abandonó su casa de Tandil en 1930 para ser un habitante de los caminos durante veinticinco años, trazando su propia andanza a la vera de las vías argentinas, reivindicando su casta de linyera libertario. En ese cuarto de siglo de errancia se relacionó con “El Francés”, quién le enseñó el arte y la filosofía del linyera, que lo marcó sentimentalmente en su compromiso con el mundo. En su ópera prima, Poliak cruza los límites del documental tradicional para crear secuencias bucólicas, sombrías, realistas, teatrales y espontáneas. En diálogo con un grupo de voces que recuperan la obra y el mito de Beppo, pero también a través de una serie de estampas de la belleza de la deriva, Poliak concentra imágenes y sonidos del paisaje amoroso en la búsqueda de libertad. El verbo que con más orgullo se repite en la película es “crotear”, que no figura en ningún diccionario porque tal vez sea menos adecuado de apretar entre las páginas de un libro, y más indicado para pronunciarlo entre el fluir de la imagen escurridiza del cine. En el principio ideológico y estético de esta película está ese verbo.